Madrid, 30 Diciembre, 2007.
Te veo en cada bufanda, y es invierno.
Te huelo en cada brisa, y el viento casi nos vuela.
Estás en mí, en mi mente y corazón.
Te veo en cada lado, y vivo en una ciudad de espejos.
Te saboreo en cada bocado, rodeado de un festín de manjares.
Y es que aunque hubiese mil bufandas,
Todas juntas en un festín,
Rodeadas todas de paredes de espejos,
Con ventanas a los siete vientos,
No habrá una bufanda, un aroma, un reflejo o un bocado,
Que brille, perfume, impacte o sepa como tú.
Por lo mismo, yo brillo junto a ti,
Puesto que tu belleza se refleja en mí, y espero que siga así,
Hasta que, cuando el sol y las estrellas ya se hayan extinguido,
Tú, nuestro amor y yo, Seamos lo único que reste brillando.
Te huelo en cada brisa, y el viento casi nos vuela.
Estás en mí, en mi mente y corazón.
Te veo en cada lado, y vivo en una ciudad de espejos.
Te saboreo en cada bocado, rodeado de un festín de manjares.
Y es que aunque hubiese mil bufandas,
Todas juntas en un festín,
Rodeadas todas de paredes de espejos,
Con ventanas a los siete vientos,
No habrá una bufanda, un aroma, un reflejo o un bocado,
Que brille, perfume, impacte o sepa como tú.
Por lo mismo, yo brillo junto a ti,
Puesto que tu belleza se refleja en mí, y espero que siga así,
Hasta que, cuando el sol y las estrellas ya se hayan extinguido,
Tú, nuestro amor y yo, Seamos lo único que reste brillando.
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