Poisoned Species [Minds]

Florae Petalia naciste,

Diminuto pistilo, sólo corola prácticamente,

Mente tierna y activa

Cual esponja absorbías por tus raíces todo lo que te rodeaba.

Mas sólo sucias sales alimentaron tu persona,

Y que torcida Florae brotaste,

Solo te importó satisfacerte en tu juventud fogosa,

Sin dar relevancia a lo que se impusiera.

Creciste privando de luz a otras flores,

Que su primavera en ese entonces también gozaban.

Las Podriste, me podriste,

Y ahora vomito tu nombre sobre estas letras.

Animal despiadado, segadora de tallos,

Me desangraste y seguiste,

Con la frente en alto y sin mirar atrás,

Nunca miraste atrás.

Entre torcidas y retorcidas excusas te revuelcas,

Oh Petalia,

Para deshacerte del parásito de la culpa,

Que te carcomía las entrañas,

Y te reafirmabas en el hecho de que con ello habías aprendido

¿Aprendiste en serio?

Sin que me respondas asumo,

Oh corola ya sin pétalos,

Que todo lo construiste por un fugaz y efímero sentimiento de satisfacción

Con tus envenenadas esporas de reincidencia,

Fecundas de Muerte,

De muerte Florae y Petalia.

El 14 de los Plomos, es un Crá.

Si tuviera que ser un gato plomo, seria por lejos Silvestre, un dibujo representativo de los instintos básicos y el balbuceo (o baboseo). Un tipo que mas de una vez mereció deleitar su áspera lengua con el exquisito sabor de Piolín, el malvado, cosa que la mala fortuna, o la abuela, en este caso, no permitió para nuestro estimado heroe. La excusa de Silvestre, el plomo, es que Piolín es un plomo, y por tanto estima inconveniente el intoxicarse con tan insasonable sabor. Insolente, insaciable, irreversible y subversivo, este gato abandona el afán del pajaro, prefiriendose centrar en la ya ploma abuela, no es carroñero, nunca lo fue, pero la veterana caerá en algún momento, y compartiendo piso probablemente este se percate más temprano que tarde de su deceso, teniendo asi la oportunidad de alimentarse entonces de la abuela, justiciera y mano inquebrantable del destino, y del canario, Piolín, que quizás mezclado con el estofado de abuela, sepa un poco mas a abuela y un poco menos a plomo.

Prólogo

En una sociedad que demanda infidelidad y sangre, en un contexto de moralidad barata, es casi imposible, y menos rentable por cierto, no caer en el garabateo del Best-Seller.

No Fear

Miedo.Es un sentimiento repudiable y nativo, impulsivo, instintivo, cavernícola dirían. Nos mueve a actuar de determinadas formas, activa nuestro sentido de auto-preservación, nos rebaja a mamíferos inferiores de lo que proclamamos ser, vanagloriamos ser. Y la mass-media incrementa este sentimiento de inseguridad y constante alerta ante todo posible evento dañino, nos canonizan, pero no santifican, solo nos llenan de estereotipos de belleza, sexualidad, racismo, antietnias, antisemitismo, repudio a lo establecido, a las instituciones, pero no de las instituciones a las que realmente vale la pena oponer resistencia, si no a las socioculturales que han sido rotas no sin escándalo en el ya traspasado siglo XX, instituciones como el matrimonio, por ejemplo. Un anillo alrededor del anular representa un símbolo de pánico para el grueso de la población contemporánea occidental, un velo de novia que no encubre inocencia ni virginidad y un juramento de fidelidad y monogamia sella el pacto se una vida de aburrimiento, sofás y actividades intelectuales en la cama, olvidando las pasionales. Espanta y mutila de solo pensarlo las almas de miles de jóvenes y no tan jóvenes con la idea de unirse al amor de su vida por un evento de unidad espiritual. “Souls are over-rated”. Amelia: ¿Tan deteriorada esta nuestra sociedad que no nos podemos unir a otra persona sin miedo a ser dañado emocional y sicológicamente por lo que debería ser nuestro complemento o media naranja(o mandarina que es mas chiquitita y rica, y se adapta mejor a nuestros canones físicos), nuestra alma gemela? ¿Por qué nos asusta lo magno? ¿Lo que nos puede atar a algo? no tememos amarrar al resto a distintas (in)moralidades, o (in)movilizarlos innecesariamente, nos desenvolvemos como liliputenses, de tres manzanas (verdes) de alto, que al menor atisbo de un Gulliver, o un Gilligan en su defecto, entramos en pánico, en shock (hipovolémico [a veces{gracias}])